27/1/09

Cooperación y Economía Social - por Segundo Camuratti - Presidente el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos

Mucho se ha escrito sobre el movimiento cooperativo, pero la experiencia nos muestra que nunca estará dicha la última palabra. Es tan importante el tema que sobrepasa lo que se pretenda expresar.Es tan trascendental el significado de la cooperación –tanto desde su origen como hasta el presente– que ha conseguido sostener su vigencia en el universo de un mundo cambiante, adecuando su accionar de servicio en todas las circunstancias, sin adaptarse a los sistemas reinantes y manteniendo una pureza doctrinaria que, junto con los beneficios económicos, construye socialmente una visión distinta que contribuye al desarrollo de la sociedad.Sin embargo, en determinadas oportunidades suele entendérsela como expresión exclusiva de la economía social, cuando en realidad es sólo uno de los componentes –si bien considerable– dentro de la conjunción de las empresas solidarias sin fines de lucro.
Lo logrado hasta la actualidad por el sector cooperativo es digno de destacar, pero aún así no alcanza: hay factores predominantes, como la integración de las entidades, que si bien pueden haberse encarado con visos de avanzada, aún no fructificaron lo suficiente para llegar a ser el exponente real que demuestre la capacidad de construir modelos alternativos que por su peso específico tengan amplia gravitación en lo social y económico.No ha sido casual el análisis que hiciera la Alianza Cooperativa Internacional en su Congreso Centenario de 1995, al fijar la renovación del alcance de los principios cooperativos, proponiendo la integración cooperativa.Una integración cooperativa que debería ser el ariete que con su ataque encolumne al movimiento cooperativo detrás de dos objetivos claros que permitan el desarrollo integral del sistema solidario: lo operativo y lo ideológico. Lo operativo, construyendo el eslabón integrante de la cadena que permita arrastrar a las entidades en la tarea de unir las distintas etapas de los ciclos económicos, especialmente en las áreas de producción y comercialización, para resolver las necesidades de sectores importantes de la sociedad y lograr el abastecimiento de servicios en calidad y precio que los coloque al alcance de todos. Lo ideológico, laborando como actores de procesos sociales que, devenidos en movimiento, se incorporen y manifiesten su interés por la comunidad trabajando junto a ella.La integración no debe pretender uniformar al movimiento cooperativo detrás de parámetros y pensamiento comunes; pero sí, conservando la autonomía propia de las entidades, elaborar proyectos conjuntos, consensuados, avanzando en el afianzamiento de ideales que manifiesten salidas concretas para el mejoramiento en la calidad de vida de las personas y a la vez contribuyan a una equitativa distribución de la riqueza.La función de servicio en todo momento debe atravesar la vivencia y ser vigencia del acto cooperativo en la conformación de individuos inspirados en otra manera de pensar y de actuar en beneficio de ellos mismos y de los demás, como expresión del sentido humanista y solidario que deberá imperar en la sociedad para aspirar a un mundo mejor, que merezca ser vivido. Para alcanzar estos objetivos la cooperación no alcanza; no puede ser el único elemento componedor de situaciones cuando de ello se trate. Allí debe intervenir el Estado como integrante de la tríada, para que –junto con cooperativa y la integración del movimiento–, a través de empresas públicas con diferente conformación y dirección, amalgame aquel conjunto de medidas que modifiquen el estatus actual cambiando el perfil del contexto social.De esa manera podríamos intuir con claridad meridiana que se comienza a construir verdaderamente el sector de la economía social propiamente dicha. Y, como factor y actor de una nueva realidad, que pueda modelar el país con otras alternativas que permitan cortar el cordón umbilical que nos une al flagelo de la economía de mercado, instalada hace décadas por el neoliberalismo, que tanto daño le ha causado al campo popular, representante fiel y genuino de los más que menos tienen.

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